Las personas dependemos del medio ambiente para vivir y sostener nuestra salud. La calidad del agua que bebemos, el aire que respiramos, los alimentos que consumimos y la forma en que se estructuran nuestros territorios tienen influencia directa en nuestro organismo ¿Hasta qué punto olvidamos algo tan esencial en nuestro engranaje cotidiano? 

Las condiciones del entorno afectan nuestras vidas de múltiples maneras, lo hacen en forma desigual en la población, y muchos efectos nocivos se encuentran ya ampliamente documentados. Según la Organización Panamericana de la Salud, millones de personas en nuestra región carecen de acceso a agua segura y saneamiento básico, lo que deriva en enfermedades y muertes evitables. Las mujeres, las infancias y las personas gestantes sufren de forma desproporcionada la exposición a tóxicos como plaguicidas, plomo o mercurio, con consecuencias muchas veces irreversibles. Las investigaciones muestran los efectos de nuevos peligros ambientales como los desechos electrónicos, nanopartículas, micro plásticos y productos químicos. A esto se suma la crisis climática, que exacerba fenómenos meteorológicos extremos, agrava la inseguridad alimentaria y deteriora la salud de poblaciones enteras, especialmente de aquellas que ya se encuentran en situación de vulnerabilidad.

¿De qué hablamos cuando hablamos de salud ambiental desde una mirada feminista? ¿Cuál es el impacto del modelo productivo en nuestra alimentación cotidiana? ¿Cómo se relaciona el trato hacia la naturaleza con el patriarcado? ¿Qué aportes pueden ofrecer los feminismos en el cruce entre género, salud y ambiente?

Este número de la revista nació con el impulso de abordar estas preguntas y darnos un espacio para problematizar, pensar y también resistir el discurso negacionista imperante en el contexto actual, que pretende negar lo obvio. 

¿Qué lugar ocupó y ocupa la salud ambiental en las políticas públicas de la región? ¿Por qué hay territorios y cuerpos que son sacrificables? ¿Cómo se organizan los colectivos frente a la crueldad manifiesta del actual sistema político y económico?

Una palabra hace eco: extractivismo. No sólo nos remite a la extracción de recursos naturales, sino también a una lógica de apropiación y dominio que se extiende a los cuerpos-territorio y a los saberes. Frente a ello, algunos feminismos han propuesto otras formas de habitar el mundo. Desde la crítica al modelo agroindustrial hasta la construcción de redes de cuidado colectivo, pasando por luchas territoriales que reivindican la soberanía alimentaria y prácticas como la agroecología, se abren caminos para pensar una salud integral, que contemple no sólo lo biológico, sino también lo social, lo ambiental y lo político.

Con la mirada puesta en abrir debates teóricos y políticos situados que aborden estos fenómenos desde una perspectiva crítica, entrevistamos a Maristella Svampa, socióloga, investigadora y escritora argentina reconocida por su amplia trayectoria de trabajo en el tema. También en la sección Diálogos, conversamos sobre agroecología, mujeres y producción agrícola, con Evangelina Tifni y Milva Perozzi, docentes de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Rosario e integrantes de la Cátedra Libre de Agroecología y del Grupo de Estudios Agrarios. 

En Activar, Rocío Fernández nos cuenta sobre una experiencia de conformación de un colectivo, que creó y sostiene una huerta y una escuela de agroecología en medio del espacio urbano. 

En la sección Artículos, María Mercedes Diaz Mg. en Estudios Sociales Latinoamericanos y becaria doctoral CONICET analiza desde una perspectiva de salud socioambiental y de ecofeminismo crítico las fumigaciones con agrotóxicos que se realizan en el marco del modelo de los agronegocios. 

En nuestro PODCAST Silvina Morvillo, Yamila Galicer y Lilin Herrera directoras de la trilogía documental “Metamorfosis Urbanas” nos cuentan sobre el proyecto, y su manera de pensar las transformaciones del espacio urbano. 

En revista Límbica, creemos en la necesidad de seguir tejiendo una mirada interseccional que articule distintas formas de opresión. Porque los cuerpos no son aislados, y los territorios tampoco. Porque construir vidas más vivibles, implica también cuestionar los modos de producción, denunciar las violencias estructurales y construir otras formas de vincularnos entre nosotrxs, con otrxs y con la tierra que habitamos.