¿Cómo llegamos a un embarazo las corporalidades masculinizadas? Decisión, convicción y desinformación.
La gestación será deseada o no será, sostenemos desde el transfeminismo, pero cuando de masculinidades se trata hay muchos prejuicios, desinformación y sobre todo mitos sobre las corporalidades, los deseos y las construcciones identitarias. Embarazos no deseados, abortos clandestinos con vulneración y violencia elevada al cubo por nuestras identidades masculinas, son algunos de los resultados más frecuentes.
Pensar las masculinidades como parte de aquello que la sociedad construyó históricamente como ámbitos exclusivos de “las mujeres” es un desafío a cada paso. Desde evitar dar por hecho la heterosexualidad obligatoria, asociar prácticas sexuales a las identidades de género, atribuir malestares corporales a nuestros tránsitos identitarios, gestar y parir desde una construcción masculina hasta ver a un tipo dando leche de pecho a su hijx. Todas cuestiones que ( a pesar de los avances sociales y legales) parece imposible desnaturalizar como sí hemos hecho con el machismo, la violencia patriarcal, la patologización y tantas otras opresiones que transitamos a diario como sociedad.
La desinformación es intencional. Hasta hace 8 años el propio Estado criminalizaba las identidades de género trans con edictos policiales, la patologización, la judicialización y las condenas sociales; sumado a la falta de contención familiar y la exlusión de los hogares a temprana edad hicieron que muchos de los deseos y los planes que tienen las personas CIS para nosotrxs no sean una posibilidad. Claro está que con la Ley de Identidad de Género esto comenzó a modificarse y se fueron visibilizando socialmente nuevos espacios para transitar y, sobre todo, nuevas formas de pensarnos en el ejercicio de la ciudadanía.
El sistema de salud es, tal vez, una de las instituciones que más deudas tiene con el colectivo travesti trans, en este sentido, pensar un sistema que nos incluya y que conozca nuestras construcciones identitarias es fundamental. Lxs medicxs no atienden géneros, en todo caso, se especializan en partes del cuerpo y sus funciones, independientemente del género de la persona. Esto puede parecer algo obvio, sin embargo, si hablamos de ginecologxs automáticamente surge su vinculación con las feminidades. De este vínculo aparentemente unívoco surgen “espacios de la mujer” donde todo el estereotipo social y cultural sobre los cuerpos y las identidades aparece con fuerza, tanto en aquel espacio físico como en las modalidades de atención de lxs profesionales de la salud. Las masculinidades trans diremos hasta el hartazgo que nuestro Pítoris es político.
Resulta urgente hacer visibles todas las violencias que atravesamos los varones trans a la hora de una consulta, desde las formas en que nos llaman hasta las preguntas que tenemos que responder. Para quienes alguna vez transitamos espacios de salud ginecológica (somos una pequeña minoría, el por qué lo dejamos para otra nota), esto se ve traducido de forma inmediata en múltiples violencias que resultan expulsivas de los servicios de salud y se extienden a la mayoría de las prácticas que transitamos. Los tratamientos humanamente asistidos son pensados para mujeres CIS y por mucha voluntad que lxs médicxs le pongan no escapan a la imagen de que “en el fondo” somo mujeres porque así lo dicta la biología. Esto último lo vemos, por ejemplo, cuando para donar sangre aún se nos pide alcanzar valores estandarizados de hombres CIS y sino los tenemos se nos patologiza nuevamente, sin preguntar cual es nuestra identidad de género. Y allí me surge la otra gran pregunta ¿Realmente la única forma de identificarnos es a partir de la divisón entre hombres y mujeres? Entonces, ¿Qué es ser hombres? ¿Qué es ser mujeres?
Por su parte, las universidades mantienen materiales de formación que nos patologizan y que desde el año 2012 en nuestro país son ilegales. La Organización Mundial de la Salud aún sostiene paradigmas obsoletos que poco reflejan las realidades sociales de las personas trans. Muchxs profesionales insisten en estandarizar tratamientos hormonales y cirugías de modificación corporal que reproducen prácticas violentas cuando no tenemos el deseo de seguir con los moldes, se ponen en duda nuestros deseos e incluso suele generarse un cuestionamiento sobre nuestras identidades cuando queremos escapar a la nueva regla del progreCismo. Todo esto atravesado por una profunda crisis en el sistema de salud producto de los últimos cuatro años de macrismo y la pandemia que dejó a la vista la falta de acceso a la salud que persiste en el colectivo trans/travesti. Muchas veces encontrar profesionales de la salud que escuchen y respondan las dudas propias y no las ajenas hace la diferencia. Cuando la posibilidad de gestación planificada, embarazos no deseados y el propio ejercicio de la sexualidad entran en juego, todo se vuelve mucho más complejo. Dejar de brindar información incorrecta es parte de la sensibilización y capacitación que deben tener todos los equipos de salud del país.
Pariendo al sistema de salud. ¿Cómo se gesta en un sistema preparado para mamis siendo un papi?
El Transfeminismo vino a discutirlo todo pero sobre todo la imposibilidad de muchxs profesionales de la salud de distinguir entre una vagina y una mujer.
Los varones podemos gestar. Esta frase hace que se despierten múltiples interrogantes, contradicciones y prejuicios. La realidad es que entre el prejuicio social y la desinformación, los varones trans llegamos a la gestación desde hace años. El mito de que la testosterona inhabilita a nuestras corporalidades a gestar sigue siendo moneda corriente entre nosotros y nosotrxs. Tanto mito como el DIU y el chiste poco gracioso pero si famoso de “De nombre le van a poner DIU”, en nuestro caso muchxs se llamarán Testosterona.
La negación del uso de la genitalidad no es únicamente para nuestras compañeras. Lxs efectorxs de la salud asumen que el uso y el placer de la vulva para las masculinidades es un tabú o simplemente no es compatible con nuestra identidad masculina. Malas noticias, las masculinidades trans podemos disfrutar de nuestra corporalidad en diversas formas y muchas de ellas tienen posibilidades de embarazo si no accedemos a la información completa y correcta.
No descubrimos la rueda, históricamente todas las prácticas sexuales que suceden por fuera de la norma son condenadas. Basta con nombrar la planificación familiar para que el sistema médico ponga en duda nuestra identidad de género. Desde Eleno de Céspedes hasta acá la condena por transitar una masculinidad sin pene es moneda corriente.
A inicios de Septiembre de este año, el compañero Andres Mendieta defendió su tesis de maestría de la carrera en Estudios y Políticas de Género UNTREF llamada “Los muchachos (no) gestan: configuraciones y representaciones de varones trans gestantes en la prensa digital argentina (período 2008-2019)”. Durante su tesis, Andrés pone el foco en el tratamiento de los medios de comunicación sobre los varones trans que eligen gestar. Se reitera aquí la vigencia en los modos de clasificación que utiliza el discurso mediático para los varones trans y señala la existencia de una representación de las gestaciones de varones trans como fraudulentas, engañosas y/o falsas. A esto se añade una mirada crítica en cruce con las discusiones existentes en torno a la impostura, el disciplinamiento biomédico y la inteligibilidad de las masculinidades gestantes. Sin duda esta tesis se constituye en una lectura obligada para quienes les interesa la temática o se sienten interpeladxs por ella. En su tesis deja a la luz lo que le venimos discutiendo hace mucho a la medicina hegemónica, y es que gestamos a pesar de ella y no por ella.
Para concluir este ensayo, me parece importante compartir que estamos, con mi compañera, en búsqueda de un embarazo. De momento solo me hice un estudio y pedí turno para tres. En dos opotunidades tuve que decir que soy un varón con útero y por eso la necesidad de los estudios, las dos personas sonaron sorprendidas pero también automatizadas y no hicieron muchas más preguntas, solo me desatendieron como lo deben hacer con el resto de las mujeres cis que se deben atender allí.
En este proceso empecé a seguir en redes sociales a varios varones embarazados de distintas partes del mundo, debo decirles que están resultando de mucha inspiración. No sé en quienes se habrán inspirado ellos pero realmente siento agradecimiento por aquellos tipos que compartieron sus historias porque me están dando la convicción para avanzar, escribo esto mientras veo en mi mente la foto de Theo de Brasil con su panza en una farmacia y tiene un buzo cangurito en la que solo parece un tipo cis que toma alcohol de una forma poco saludable. Verlo ahora con su bebé me hace sentirme mucho más empoderado que si no estuvieran, por eso debo agradecerles.
La foto de Theo y el aislamiento social preventivo y obligatorio me hizo pensar que este sería un buen momento para gestar. A decir verdad cuando tomamos la decisión estaba sin trabajo y para muchas personas el desempleo y la gestación pueden no ser la combinación ideal pero seguramente esas personas nunca deberán explicar “¿¡Cómo es que podés llevar unx hijx en tu propio vientre!? ”
*Thomas Casavieja es activista de DDHH y diversidad. Integra el frente Nacional por la igualdad del Movimiento Evita y es presidente de Capicua Diversidad.