Ilustración: Sofía Biroccio
Científicas de Acá es un proyecto autogestivo que busca visibilizar a las mujeres que trabajan y trabajaron en ciencia y tecnología en Argentina. Nos juntamos alrededor de una inquietud: ¿por qué no tenemos referentes argentinas en ciencia?
La primera actividad del colectivo fue una encuesta, en la que quisimos recabar cuántas mujeres argentinas en ciencia conocían las personas participantes. Preguntábamos por referentes en ciencia, luego por referentes argentinos, luego por referentas mujeres. Un nombre se repetía una y otra vez ante esta última pregunta, uno que quizás ya está sonando en la cabeza de quien lee: Marie Curie. ¿Por qué la única mujer en ciencia que se menciona como un modelo a seguir es Marie Curie? Estuvimos de acuerdo en que si no las conocíamos, era necesario empezar a visibilizarlas.
Pioneras, contemporáneas, de ciencias exactas, de ciencias sociales. De los grandes centros urbanos y de pequeñas ciudades. Las que abrieron camino para todas y las que, gracias a esos caminos abiertos, hicieron y hacen cosas increíbles. Sólo visibilizando a nuestras científicas podemos construir referentes que nos guíen e inspiren. Eso es lo que buscamos en Científicas de Acá, aunque bien sabemos que no somos las únicas en este camino.
Marie Curie fue una física polaca-francesa, destacadísima en el ámbito de la radiactividad. Ganó dos premios Nobel en dos categorías distintas, y a día de hoy sigue siendo la única persona (no mujer, persona) en conseguirlo. Es claro que Madame Curie inspira a muchísimas niñas y mujeres a convertirse en científicas, a descubrir cosas fantásticas, a ganar premios. Pero no era lo que nos pasaba a nosotras, cuatro mujeres provenientes de diferentes disciplinas (computación, química, biología, comunicación) con trayectorias sinuosas, interrumpidas, obstaculizadas. No creemos que la única forma de ser reconocidas como mujeres en ciencia sea ganar dos premios Nobel. No nos sentimos identificadas por el estereotipo de científicx que “desde los tres años ya sabía que quería dedicarse a la ciencia”, el que venden todos los medios de comunicación: varón, blanco, entrado en años, excéntrico, de bata blanca, solo. Buscamos historias distintas, que salgan del molde clásico de científico, buscamos las historias que nos identifican e inspiran a nosotras como trabajadoras de la ciencia y la tecnología, con la esperanza de que otras personas también se puedan sentir inspiradas por ellas.
No fue tarea fácil, porque ni siquiera nosotras mismas, al inicio del proyecto, conocíamos a las personas que queríamos destacar. Una de las primeras acciones de visibilización fue completar una planilla de Excel con los nombres que encontrábamos tras una búsqueda en Google de “científicas argentinas”. A medida que descubríamos más mujeres, íbamos organizando la planilla, sacando en limpio qué partes de sus historias queríamos contar. Empezamos contando historias en internet, en redes sociales o en blogs, que están en permanente construcción, así que en un primer momento solo nos guiamos por las historias que más nos deslumbraban.
Cuando decidimos editar un libro, con límite de páginas y con fecha de impresión, sí tuvimos que hacer un recorte. Todo ese proceso dio origen a discusiones interesantes, de las que aprendimos muchísimo y que nos llevaron a enfocar nuestra selección en las diversidades en sentido amplio. Así, incorporamos diversidad de género, y pudimos incluir compañerxs del colectivo travesti-trans-no binarie, que son lxs más invisibilizadxs del sistema científico (al punto de que no hay estadísticas sobre personas trans investigando en Argentina). También diversidad de procedencia, para evitar que se cristalice la idea de que sólo se investiga en grandes centros urbanos/universitarios, incorporando investigadorxs desde Jujuy hasta la Antártida, y también personas que no nacieron en Argentina, pero la eligieron para desarrollarse profesionalmente. Diversidad de disciplinas, para luchar contra el estereotipo de que solo es ciencia aquella que se hace de guardapolvo blanco en un laboratorio: elegimos contar historias de sociólogas, ingenieras, químicas, profesoras, psicólogas y hasta una arquitecta. De pertenencia institucional, porque no solo se hace ciencia dentro del CONICET y de las universidades, y nos dimos el lujo de contar la historia de Magda Choque Vilca, que aporta a la investigación y la conservación desde un taller de cocina.
En el proceso de investigar, escribir, recortar, aprendimos muchas cosas. Por ejemplo, de Sara Rietti (una gran gestora de la ciencia cuando estaba en peligro tras la noche de los bastones largos), aprendimos que una ciencia diversa es una ciencia mejor para todxs. Permite que se generen preguntas nuevas, formas originales de resolver problemas, abordajes distintos de los proyectos, y eso es mejor para todo el sistema científico. Por eso decidimos, muchas veces, dejar de lado las historias que nosotras queríamos contar, para darle lugar a esa otra concepción. Aprendimos, también, que la historia de las mujeres argentinas en la universidad y en la ciencia, si bien es breve (no llega a 150 años), arma como un rompecabezas la historia de la ciencia, de la política y del país. Que la ciencia no existe en el vacío, no está separada de la política, ni de la cultura. Y que necesitamos narrar esas historias para rescatar partes de nuestra historia.
Investigar la historia es necesario para construir el futuro. Hace 60 años, las mujeres eran mayoría en las carreras de computación. La primera persona que operó una computadora en Argentina fue una mujer, Cecilia Berdichevski. Hoy, las estudiantes y egresadas de la carrera de computación apenas superan el 10%. ¿Qué pasó en el camino? Si fuimos mayoría, podemos volver a ocupar ese espacio, porque -parafraseando a Paulo Freire-, las cosas no son como son. Están así, y eso significa que podemos cambiarlas. Somos conscientes de que aún falta mucho para igualar las condiciones de mujeres y varones, y ni hablar de las disidencias. Aún hoy los varones triplican a las mujeres en los escalafones más altos de la carrera del investigador científico. Aún las mujeres ven caer su productividad científica en cuanto deciden ser madres, a diferencia de los varones padres, que no experimentan ese retraso en sus carreras profesionales. Y sin ser exclusivo de quienes se dedican a tareas científicas, aún las mujeres cargan con la mayor parte del trabajo doméstico y de cuidado no remunerado. En el sistema patriarcal en el que vivimos, solo las luchas colectivas y las políticas públicas tendientes a revertir estas inequidades podrán acercarnos a una situación de igualdad. En un contexto como el actual, donde la ciencia y la tecnología que no se orienta exclusivamente a las necesidades del mercado se ve fuertemente amenazada, el desafío es aún mayor y el compromiso también tendrá que serlo.
* Juli Alcaín es Bióloga, Doctora en química biológica, docente universitaria, investigadora e integrante de los colectivos de comunicación Científicas de Acá y Ciencia del Fin del Mundo.
” Científicas de acá” es un libro hermoso, lo recomiendo!
Es un libro recomendable sobre historia de mujeres cientificas Argentinas y una nacida en Polonia…muy bueno para seguir aprendiendo sobre historia.
Es un libro muy interesante que nos muestra el trabajo y el esfuerzo que hicieron estás mujeres para poder ser parte de la historia de la medicina en nuestro país, lo recomiendo para leer