¿Existe una manera “natural” de parir? ¿Cómo es la construcción cultural del parto y el nacimiento? ¿Qué características tienen los partos en una sociedad cada vez más atravesada por una cultura intervencionista, cortoplacista y violenta? ¿Cómo es la escena de esos partos y nacimientos en un país donde la violencia machista mata a una mujer por día? Estas son sólo algunas de las preguntas que nos hacemos desde Las Casildas y sobre las que intervenimos en la búsqueda por transformar sus respuestas.
“Esto es un parto” dijo mi amiga mientras me contaba cómo transitaba el aislamiento social, preventivo y obligatorio en medio del teletrabajo, con su bebé de dos meses y su hijo de 10 años. “Se la voy a hacer parir” recuerdo que me decía un vecino hace un tiempo cuando la dueña del departamento en el que vivía se negaba sistemáticamente a realizar unos arreglos en el departamento que le alquilaba.
Seguro que vos o alguien conocido alguna vez se refirió a algo tortuoso o difícil como “un parto”, “te la van a hacer parir”, me dijeron alguna vez. Y ciertamente si nos remitimos a lo que sucede actualmente en la escena de los partos y los nacimientos en nuestro país, no es difícil comprender esas asociaciones.
Cada 60 segundos en nuestro país una mujer se convierte en madre y una persona nace, los indicadores marcan que casi el 50% lo hacen a través de una cirugía mayor: la cesárea.
¿Las personas que parimos nos hemos olvidado de cómo parir? ¿O hay un sistema intervencionista, patriarcal, verticalista, misógino y violento que colabora de manera sistemática para que las salas de parto se asemejen a salas de tortura y para que los números de las cesáreas se disparen?
Las mujeres, las niñas y los niños llevamos las marcas del sistema médico dominante en nuestros cuerpos. Episiotomías de rutina, cesáreas, fracturas de clavícula, separaciones innecesarias, leche de fórmula como primer alimento al nacer y la lista podría seguir. Esto no es una percepción infundada sobre la cuestión, basta ver los indicadores arrojados por los relevamientos del Observatorio de Violencia Obstétrica de Argentina (OVO) que coordinamos desde Las Casildas Asociación Civil. Por ejemplo, según datos recabados por el Segundo Relevamiento sobre violencia obstétrica llevado a cabo por el OVO, sobre un total de más de mil mujeres encuestadas, el 90% refirió haber quedado con la sensación de estar falladas o no poder. A 6 de cada 10 mujeres las afectó en su relación con su propio cuerpo: vergüenza por las marcas y/o cicatrices, rechazo frente al propio cuerpo, entre otros. A 7,6 de cada 10 mujeres las afectó en su estado emocional y psicológico: imágenes repetitivas del evento obstétrico, pesadillas, sensación de vergüenza frente a lo ocurrido, etc. Casi la mitad de las encuestadas (4,9 de cada 10) adujeron problemas en su salud sexual y reproductiva: problemas de infertilidad, daños en su suelo pélvico, prolapso, etc., y 4,4 de cada 10 mujeres vieron afectado el vínculo con su hijo o hija: dificultad para conectar emocionalmente, problemas en la lactancia, miedo a no ser “buena madre”. 7,5 de cada 10 mujeres vieron afectadas sus expectativas frente a una nueva experiencia. Lo más paradójico es que 9,5 de cada 10 mujeres NO denunciaron estos hechos de violencia.
A partir del Segundo Relevamiento llevado a cabo por el Observatorio de Violencia Obstétrica de Argentina, y de años de trabajo en el tema, desde Las Casildas sostenemos que en infinidad de circunstancias el sistema de atención perinatal hegemónico pone en riesgo físico, emocional y psicológico a las personas gestantes y a sus hijos e hijas. Este sistema, producto de un paradigma cultural, atraviesa los imaginarios sobre la salud, las mujeres y los nacimientos y reafirma relaciones desiguales de poder condicionando las formas de parir. Estamos ante un modelo en crisis y absolutamente colapsado, cuyas prácticas de rutina en muchos casos no cuentan con respaldo científico, aunque sí con un fuerte arraigo socio-cultural. Durante estos años de intenso trabajo hemos encontrado y visibilizado que existen “verdades culturales”, aceptadas tanto por los y las profesionales de la salud como por la sociedad en general, que sostienen, reproducen y fortalecen estas violencias y que es necesario deconstruir.
Ya lo dijo la gran Casilda Rodrigañez Bustos “Hay que recuperar la transmisión por vía oral de la verdadera sabiduría, de una sabiduría hecha de experiencia… Las mujeres tenemos que contarnos muchas cosas…”
* Julieta Saulo es Psicóloga Social y Puericultora. Fundó Las Casildas en el año 2011 luego del nacimiento de su primera hija. Madre y feminista. Investiga y escribe sobre Parto Respetado y Violencia Obstétrica. Acompaña a las personas en los procesos de gestación, parto, puerperio y lactancia. Dirige los servicios de Puericultura de ACADP.
¡Muy interesante el artículo! Cuánto nos falta como sociedad para respetar estos momentos especiales y vulnerables.
Gracias por visibilizarlo.