El manicomio es una gran caja de resonancia
donde el delirio se vuelve un eco.
Alda Merin

- Leer es abrir diálogos. Con uno mismo, con el mundo, con lxs escritorxs y lxs personajes que se despliegan en las páginas. La conversación que les propongo involucra a cinco autoras y sus experiencias con el manicomio. Los cinco libros que elegí están unidos por un mismo hilo: el encierro y la escritura como dispositivo para elaborar y soportar esa experiencia. Son mujeres que desde diferentes lugares intentan poner en palabras sus vivencias en manicomios.
- Empiezo por la novela La campana de cristal de Sylvia Plath. Esta novela narra la historia de Esther Greenwood una joven aspirante a escritora que ha ganado una beca para trabajar en una revista de moda en New York en los años cincuenta. Vamos siguiendo su historia en primera persona, mientras expone las exigencias y violencias que la sociedad tiene con las mujeres. Es una narradora aguda e inteligente, que va desnudando sus deseos y miedos hasta sentirse atrapada en una campana de cristal que la inmoviliza y desvitaliza.
- Sylvia Plath publicó La campana de cristal un mes antes de suicidarse bajo un seudónimo. Se supone que no firmó con su nombre real para no comprometer su obra poética y por lo autobiográfico de la historia. Esther es su alter ego. Sylvia también estuvo internada en un manicomio y sufrió la terapia de electrochoque. Es muy poderosa la imagen con la cual Plath decide comenzar la novela. Esther sigue el devenir de la supuesta espía rusa (historia verídica), Ethel Rosenberg que está por ser electrocutada en plena guerra fría: “No tenía nada que ver conmigo, pero no me quitaba de la cabeza qué se sentiría, cuando te queman viva por dentro. Creía que debía ser lo peor del mundo”. Es una especie de profecía, Esther después de ser internada comienza a recibir terapia de electroshocks “con cada fogonazo una gran sacudida me machacaba hasta que creí que se me rompían los huesos y la vida abandonaba mi cuerpo como la savia de un tallo roto. Me pregunté cuál era el horrible crimen que había cometido.”
- La campana de cristal es un viaje descarnado en el que somos testigos del sufrimiento de la protagonista, la vemos ahogarse en la existencia y a la vez seguir nadando para vivir “Respire hondo y escuche el antiguo reto de mi corazón. Soy, soy, soy”. Como yapa a este libro recomiendo No hay Milagro más cruel que este, Sylvia Plath, amar, maternar, escribir de María Magdalena. Quien sigue la vida y obra de Plath con una mirada vulnerable y amorosa, rescatando a la escritora más allá de su imagen como poeta suicida.
- Releyendo para escribir estas recomendaciones me di cuenta de algo que no había captado en la primera lectura del libro Locas, que termina (no es spoiler porque hay libros que no importa tanto el final sino todo lo que van contando) con la siguiente frase “Tengo tan adentro ese paisaje”. No puedo evitar pensar ahora que es una referencia a una de las últimas reflexiones que hace Esther Greenwood al salir de la internación, “Me acordaba de todo. Me acordaba de los cadáveres, de Doreen y del cuento de la higuera (…) tal vez el olvido, como un generoso manto de nieve, los atenuara y los cubriera. Pero eran parte de mi. Eran mi paisaje”. Hablan de lo mismo, el paisaje del encierro y la supervivencia al manicomio.
- Locas, de Lucia Mazzinghi me sorprendió. Es único en su forma, está compuesto como un caleidoscopio por las historias de mujeres internadas en un hospital público, a quienes conocemos por su número de cama. “Cama 33 en babélico torbellino suelta su parla arisca y dulzona a la vez llena de desvíos y salpicada de risas risibles. De repente se pone seria. ¿Viste cuando un juguete tiene una piecita suelta adentro que hace ruido pero no sabes cual es ni cómo arreglarla? Bueno, así me siento”. Además de escritora, Mazzinghi es psicóloga, trabajó 20 años en un hospital psiquiátrico de la Ciudad de Buenos Aires.
- La ausencia de nombres propios funciona como un recurso narrativo deliberado. No creo que sea para preservar la identidad únicamente sino como una denuncia al modo operante del manicomio, que borra la subjetiva “el hospicio te erosiona te traga te enferma te expulsa”. Mazzinghi toma esa forma y la llena de singularidad. Le da lugar a cada historia, miedo, delirio a la vez que están todas ahí resistiendo a ese encierro que aplasta e intenta homogeneizar, “tristeza de los cuerpos en serie. Asma y marasmo, chistidos y toses”. Locas en plural.
- Mazzinghi va entramando a estas mujeres a un linaje mayor, otras “locas” de la historia. La que entrelaza las historias es Santa Dymphna de Gheel, la patrona de las personas con enfermedades mentales. Una princesa que, tras la muerte de su madre, tuvo que esconderse porque su padre quería hacerla su nueva mujer. Su padre la encontró y la decapitó, pero después de su muerte empezó a hacer milagros. Se creía que las personas locas se curaban gracias a dormir donde estaban sepultados sus restos. En el libro, no solo se cuenta su historia, sino que se la invoca una y otra vez como un rezo para cuidar a todas estas mujeres. “Santa Dymphna de Gheel ruega por cama 24 y por Unica Zürn”. El linaje de Locas resulta amplio y variado: desde Britney Spears hasta Zelda Fitzgerald.
- Locas es un libro, pero también un objeto artístico. Gracias a la edición artesanal a cargo de la editorial Ninguna Orilla se convierte en un artefacto coleccionable. Trae además un fanzine como satélite del libro, una poesía ilustrada que suma una capa sensible.
- En el linaje de Locas aparece la próxima escritora que quiero recomendar. Alda Merini fue una poeta italiana, empezó su producción poética siendo muy joven y logrando reconocimiento por la crítica y sus pares. Su obra podría dividirse en dos, en el medio más de diez años de internaciones psiquiátricas. Su enfermedad mental y el encierro la llevaron a un silencio poético. El libro que les quiero recomendar, La loca de la puerta de al lado, pertenece a la segunda etapa de su obra, cuando comenzó a escribir algunos de sus textos más intensos narrando las devastadoras vivencias en el manicomio. “Manicomio es palabra mucho más grande que las oscuras vorágines del sueño”
- La loca de la puerta de al lado, es una especie de autobiografía dividida en cuatro partes: el amor, el secuestro, la familia y el dolor. Si bien está escrito en prosa cada una de las partes inicia con un poema. A lo largo del libro, para Merini la loca de la puerta de al lado es una vecina, para todos los demás es ella. Merini juega con la ambivalencia para no dejarse domesticar y reivindicar su locura. “la locura es también un vínculo mágico con la realidad, es una forma de sacar las púas para enfrentarse a un enemigo que tal vez no existe, pero que sin dudas ha preparado el terreno en la intimidad de su escondite secreto”.