Leer para descubrir nuevos mundos

Ilustra: Yesica Embil

La lectura se instaló en mi vida a muy temprana edad. Descubría en los libros espacios que me invitaban a viajar y conocer personajes que acababa por considerar mis amigos. Mis estudios de literatura en la Facultad de Filosofía y Letras enriquecieron mi biblioteca y marcaron un destino: formar lectores. Esa fue mi tarea en las diferentes instituciones. El tiempo pasó y llegó un momento en que necesité que me ayudaran. No podía continuar viviendo sola. Mi familia colaboró en la búsqueda de un geriátrico. Y llegué a este lugar, el geriátrico De los Santos. Acá vivo y me siguen acompañando los libros. Construí vínculos con los asistentes y con algunas pacientes. Una queja estaba siempre. No tenían entretenimientos con excepción de la televisión, las propuestas de terapeutas ocupacionales y actividades de kinesiología para la rehabilitación. ¿Sería posible interesarlos en la lectura? En mi mesa del comedor éramos cuatro mujeres. Una de ellas se mostró interesada en los libros que veía en mis manos. “¿Me podría prestar algún libro? La televisión me aburre.” Lina tiene noventa y ocho años. No sabía que su inocente pregunta sería el comienzo de un proyecto. Busqué un libro de cuentos sencillos porque me había comentado que hacía mucho tiempo que no leía. Ante mi asombro abrió el libro apenas se lo di y comenzó a leer sin anteojos. Había sido operada de cataratas y eso le permitía evitarlos. El libro era de una exalumna. María Graciela Torres: “Destellos de ausencia”. Decidí organizar una biblioteca en el hogar. Tal vez había muchas otras pacientes que esperaban un libro.

El primer paso era solicitar la autorización de Marcelo, el encargado de la institución. Le encantó la idea. Puse en acción los movimientos necesarios. Mis hijas Yamila y Sol se entusiasmaron. Lo primero era el mueble adecuado. Yamila tenía una biblioteca que había pertenecido a su hija, mi nieta Eva. En su cuarto ya lucía la nueva más grande. Yamila pintó de blanco el antiguo mueble y lo trasladó para después colocarlo en el lugar designado por Marcelo. En el estante superior ya estaban dos símbolos que me presentaban: una placa recordatoria de mi paso por la Universidad Católica de Perú y el premio Pregonero 1998 de la 9a Feria del Libro Infantil y Juvenil, una reproducción de la famosa carreta “ La Andariega” de Javier Villafañe. Los libros esperaban en las bibliotecas de mi casa. Era tiempo de que encontraran nuevos lectores. Y doné noventa libros que Sol se ocupó de traer al hogar. Todos llevaban mi nombre escrito en la tapa y un número identificatorio. Viviana, mi terapeuta ocupacional colaboró en la catalogación y ordenamiento del material siguiendo un criterio alfabético y finalmente los libros fueron colocados en la flamante biblioteca que fue bautizada MARÍA ELENA WALSH. El nombre estaba escrito con letras en relieve. Esa había sido la colaboración de Eva, mi nieta, muy lectora, con doce años cumplidos. Fueron pasando los días y apareciendo lectores.

Leandro, el cocinero me expresó su alegría y pude saber que era un lector con una significativa recorrida. Le acerqué “La novela de mi vida” del escritor cubano Padura. Él me acercó “Boquitas pintadas” de Manuel Puig. Se fue creando una amistad estimulada por comentarios sobre la producción literaria de los autores que ambos conocíamos. Doris, una paciente que padeció un ACV que dejó paralizada la mitad de su costado izquierdo me pidió cuentos de terror. No abundaban en la selección de obras porque no me gusta el género de terror. Pero encontré una antología de cuentos de Lovecraft. Después quiso cuentos de amor. Elegí a Isabel Allende. Y continuaron apareciendo ofertas de las pacientes. Adelma, uruguaya, me prestó “Artigas” de Pacho O’Donell. No aceptó ningún libro porque no respondían ya sus ojos. Era un tema para buscar alguna alternativa. Muchos tienen esa limitación. Recordé mi tarea de lectora alentando la lectura en barrios muy humildes en los que además de faltar alimentos, faltaba alfabetización. Las villas. La 15 en Mataderos. La 31 en Retiro. Y algunos pueblos del interior de nuestro país donde no había libros ni posibilidad de leerlos. Así surgió la idea de un Taller de Lectura. Lo conversé con Roxana, la psicóloga que se desempeña en el hogar y coordina una actividad de estimulación de la memoria en grupos de pacientes. Aceptó complacida incluir lectura de cuentos en el cierre de su actividad. Salieron de la biblioteca cuentos de Gustavo Roldán y Laura Devetach. Los ocasionales oyentes se mostraron complacidos. Les gustaba que les leyeran ya que no podían acceder a la lectura. Hasta que sucedió lo que mi trabajo me había enseñado. Roxana me contó alarmada que habían desaparecido los libros de Roldán. Ante su sorpresa sonreí complacida. “Hemos triunfado”-dije. Los libros no tienen valor económico porque son usados. Ese robo significaba un deseo de posesión de lo que más había sido prohibido por diferentes dictaduras. Se los consideró peligrosos y muchos autores no pudieron difundir sus obras y a veces pagaron con sus vidas la publicación de ideas contrarias a la ideología de los que tenían el poder. “La torre de cubos” de Laura Devetach fue prohibida en 1977. Y su autora no podía figurar en ninguna biblioteca. O sea que la tarea de formar lectores era una acción posible en una democracia como la que disfrutamos en Argentina en la actualidad. Seguramente desde algún lugar nos sonríe María Elena Walsh.

Lidia Blanco es profesora de Literatura, especialista en Literatura Infantil y Juvenil. Coordinadora de talleres de lectura y escritura. Este 15 de julio cumple 79 años.

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Agradecimientos de la autora:

La biblioteca en el hogar es un logro en el que aportaron su colaboración muchos que confiaron en la posibilidad de cambiar la realidad.  A todos y todas ¡GRACIAS!

Mis hijas Yamila Haime y María Sol Haime

Mi Terapista ocupacional Viviana Susena

El personal del hogar:

Marcelo y Daniela, los encargados

Los asistentes que me cuidan todos los días: Selva, Patricia, José, Andrea, Yesica, Noelia, Fany, Elizabeth, Choly, Paola y las “nocheras” Mónica, Claudia, Yamila.

Leandro que además de ser un excelente cocinero es un lector “modelo”

A TODOS Y TODAS MI AGRADECIMIENTO

13 pensamientos en “Leer para descubrir nuevos mundos”

  1. Silvina Marsimian

    Querida Lidia, tanto tiempo! Tu texto me emocionó. Y descubrí a la Lidia de siempre: energética, combativa y solidaria! Tu corazón está en los afectos y los libros, los chicos, los amigos y la familia. Junto a los que necesitan y la gente de imaginación 🥰
    Te mando un abrazo enorme,
    Con el recuerdo cariñoso de siempre,
    Silvina M.

  2. Hermoso relato! Mucho amor y valentía en cada día ! Y generosidad sobre todo , esa amabilidad que te caracteriza y las ganas de contagiar el placer de la lectura y de transmitir. La mejor profesora abuela y madre!! Te amamos mucho
    Sol

  3. Querida Lidia: magnífico tu artículo, un ejemplo poderoso de resiliencia , donde queda expuesta de manera hermosa tu admirable actitud creativa para transformar la realidad con tu valioso aporte, tu capacidad militante en todo lugar donde descubras una necesidad.
    Admirable, Lidia, ejemplo de cómo es posible crear y para vivir mejor en todo lugar.
    Felicitaciones!! Un gran abrazo, tu amiga Irma

  4. Lidia hermosa. Siempre formando lectores con pasión y gesto amoroso. Has sido y sos maestra para muchos de nosotros. Tu texto emociona y quienes hemos tenido la inmensa dicha de tenerte en nuestras vidas sabemos cómo sos. Me alegra la iniciativa y que sigas acercando lecturas a todos.
    Te quiero y abrazo

  5. Nestor Abramovich

    Lidia querida, qué feliz me hace encontrarme con tu entusiasmo vibrando allí dónde estás, allí donde estés.
    Te abrazo sobre mi corazón.

    1. Querida Lidia me encantó el colorido panorama de Los Santos que muestras y qe compartimos cotidianadamente y que muestras con tanto cariño. Te dejo un abrazo. Marta.S

  6. Que hermoso Lidia, emocionado termino de leer la nota. Cuanta claridad en tus palabras. Cuanto amor en pequeñas acciones…Te admiro y quiero mucho suegra.

  7. Laura Tugentman Salz

    Mi hermosa Tía Lidiu!!! Como me emociona leerte y ver tu amor y fuerza en cada acción. Nada te detiene ni detendrá!!! Te quiero y admiro muchoooo

  8. Mariela Tugentman

    Queridisima tia Lidiu!!sos tan grosa!!!de las impresindibles..Esa pasion y amor que le pones y el entusiasmo que generaste en un lugar donde suele primar el desgano es admirable. Me emociono mucho tu texto. Te quiero de a montones!!

  9. Lidia, qué maravilla de proyecto! Felicitaciones! A mí me transmitiste el amor a la literatura infantil en Agnón y tan fuerte fue esa impronta que hoy tengo 3 hijos muy lectores que aprecian particularmente la muy buena literatura infantil que existe.

    Además, en cada uno de los espacios escolares por los que pasé, siempre generamos espacios de lectura, de intercambio, de bibliotecas fijas y rodantes, así que desde hace años vas logrando tu objetivo de generar lectores y nos vamos multiplicando!!

    Te mando un beso,
    Eva

  10. Querida Lidia,
    Sos faro y luz en mi camino, gracias por tus palabras, por tu escritura siempre hacen bien. Te felicito por la biblioteca que creaste, iré pronto a compartir lecturas y cuentos.
    Te quiero mucho, y deseo un muy feliz cumpleaños
    Abrazos grandes

  11. Querida Lidia, qué grato leer tus palabras tan profundas por lo que tanto nos apasiona: la lectura.
    Me encanta que nuestros caminos se hayan cruzado para intercambiar (aunque sea por 10 minutos diarios) opiniones sobre autores, novelas o la vida cotidiana…
    No tuve la suerte de que fuueras profesora mía, pero eso no significa que aprenda mucho de vos.
    Sos muy grosa!!!
    Te quiero mucho!

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